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LIBRO: La vida de Celina transparente como su canto

Por: Marta Valdés I Tomado de Cubadebate I
Cuatro días con sus noches estuve envuelta en la lectura de esta biografía que tiene que ver -se trata de Celina González-con la historia de buena parte del siglo XX cubano: con la manera en que nos alegramos, sufrimos, trajinamos en cualquier punto de esta Isla. Posiblemente no sea exacto enunciarlo en presente sino, más bien, decir que así lo hacíamos, con el ímpetu y la claridad con que ella canta. Porque ella ha existido, su Reutilio llegó a ser el músico exitoso y el hombre tan querido que fue; gracias a ella, su ingenio y sus prodigiosas habilidades dispusieron por mucho tiempo de la  exacta caja de resonancia que su talento necesitaba.
Es una historia de amor traducida al mundo de las palabras con el deseo de no fallarle a la veracidad; con la virtud de saber cómo es de necesario no añadir ni restar; de manera que las páginas de este libro tienen ojos y oídos; limpian de telarañas el paso de los tiempos y eso tiene que ser así porque en el alma de Celina las cosas se fueron guardando en orden. Qué bueno conocer a ese Ñico Saquito que traen estas páginas; qué alivio poder armar con justicia una imagen de lo que representaron Suaritos y su emisora así como otra visión de lo que fue la RHC, Cadena Azul. Qué Celina aquella, ya hecha y derecha, que se enfrenta a las atrocidades con que, históricamente, se ha lastimado y explotado al autor. Qué Reutilio bordando y cosiendo los trajes de ambos. Qué bueno que salga a flote, formando parte del contexto sonoro, una labor como la de Obdulio Morales incorporando el folklore afro en las transmisiones radiales. Tiempos de búsquedas, no por ganas de ver si se daba un golpe en el mercado para alcanzar un éxito económico sino por el deseo inmenso de bucear en el mundo que nos legaron los antepasados, sacarlo a flote y envolverse en él para llegar a un lenguaje como el que salía al aire por las ondas de una modestísima planta de radio.
Más de lo que pude asimilar a causa de la emoción, y menos de lo que pude vaciar en estos párrafos, se encuentra a mano, para compartir con cualquiera que se acerque a los restos de la Feria que acaba de concluir, en este volumen donde -por si fuera poco-recibimos algunos elementos que nos ayudarán a armar una idea de cómo funcionaba la mecánica del mundo disquero. De hecho, recibimos, en su sección final, un excelente catálogo discográfíco  donde apreciamos el volumen y la dimensión de la obra de esta mujer que resume en sí misma inspiración y acción; temperamento e inteligencia, capaz de definir en pocas palabras todo el prodigio que se desprendería del simple hecho de hallar en la fusión de la guitarra con el bongó la manera de ser que haría de Celina y Reutilio una fuente inagotable de arte cubano.
Bendita esa reina que en estos días estará cumpliendo años. Gracias a ella, a la memoria de su Reutilio y a su hijo Lázaro, ese ángel custodio que jamás la pierde de vista. Agradecimientos y larga vida profesional a Mireya Reyes Fanjul, la autora del libro CELINA GONZÁLEZ: una historia de amor.
P.D. A los lectores que visitan esta columna dominical, les hago saber que en lo adelante, durante un tiempo, su frecuencia no siempre será  semanal auque, invariablemente, en domingo. De todos modos, por si las cosas, asómense siempre a Cubadebate. Les agradezco sus expresiones. No nos perdamos -literalmente-de vista.
Almendares, 6 de marzo de 2011
-Entrevista a Celina González-

-Yo soy el punto cubano-

-Camina y Ven-

Permiso, que llegó Van Van

Tomado deRebelión

Allá por los 70 ese genio antillano del sabor que es Juan Formell, fundó un conjunto musical tartamudo al que bautizaron Los Van Van. Ni fueron ni han sido músicos excepcionales, ni sus conciertos son grandes performances sorprendentes, ni su popularidad llegó a ser espumosa en los estadios de Nueva York, Miami, Chicago y Puerto Rico. Pero en Cuba no son cualquier trivial conjunto guaracheros: hablar de Van Van implica nombrar toda una institución de la música popular en Cuba.

Después de cuatro décadas de rumba y sandungueo, Juan Formell y sus Van Van se posicionan quizá como los exponentes más grandes de la salsa cubana, la verdadera, esa que eligió no salir nunca de la isla. Gracias a una rústica fusión de la rumba que se hacía en Cuba, más raizal y original que cualquier otra, con instrumentos electrónicos, se le atribuye a Juan Formell el mismo crimen que a Piazolla, guardando las proporciones: haber introducido guitarras y bajos eléctricos, sintetizadores, violines electrónicos y hasta batería en la música cubana. Pero eso sí: siempre cubana.

Sin embargo, lo verdaderamente decisivo en la historia de Los Van Van fue el descubrimiento del Songo, un curioso mestizaje entre el ritmo originario del son montuno con la salsa foránea que según cuentan, le salió algún mañana de las manos a José Luis Quintana “Changuito”, el percusionista del grupo. De aquí para adelante es como encontrarse la heroína hecha tambor y enterrarla venas adentro. No hubo banda ni grupo de salseros cubanos que escapara a ese tumbado pegajoso. Tartamudo hasta la desesperación, peligrosamente contagioso, sincopado y enérgico, ese es el Songo. Tampoco Los Van Van volvieron a hacer nada que no fuera Songo, vibrante y pegadizo Songo.


Del Songo brotó la Timba, que puede definirse brevemente como la versión moderna del son montuno. Es un ritmo considerablemente más rápido que otros parientes de la música caribeña. Aquí está la explicación clara del porqué la salsa cubana sigue siendo, a oídos del simple mortal, un fenómeno Sui Generis, una salsa diferente a todas las demás.

Como sucede con toda la música cubana, el bloqueo produjo cierto aislamiento positivo en la medida que estimuló un desarrollo más endógeno de los grupos locales, pero a la vez negativo puesto que muchos de los éxitos creados en Cuba, incluso gran parte del acopio folklórico, fue objeto de un saqueo monumental llevado a cabo por conjuntos norteamericanos o puertorriqueños que copiaron los temas y melodías adaptándolas para presentarlas como propias. Recuerdo en este momento algunas canciones del maestro Juan Formell que han sido usufructuadas por artistas extranjeros, sin que los oyentes tengan ni idea de su verdadero origen: el disco “Que se sepa” de 1972 que Javier Vásquez popularizó dos años más tarde rebautizándolo “síguelo”, o los clásicos Vanvaneros “me basta con pensar” y “Aquí el que baila gana” de los cuales la Fania All Stars elaboró excelentes versiones. Cuentan los salseros viejos que en Puerto Rico se escuchaba mucha radio cubana, pero para robarse los temas que luego catapultarían a la fama continental a las glorias del guaguancó de las disqueras norteamericanas. Todo hay que reconocerlo: los reencauches de música cubana que conocimos a través de grupos famosos de Puerto Rico y Nueva York pueden considerarse hoy canciones con vida propia, copias que se convirtieron en fetiches diferentes de su original, logrando un distanciamiento que otorga tantos méritos al ladrón como al creador nativo.

A continuación algunos temitas de Los Van Van. Si la lectora o lector es afín a la música del Caribe tendrá que moverse con cautela: probablemente no pueda parar de escuchar una vez empiece, quedando enganchado a esta descarga pegajosa. Si hubiera que definir a Juan Formell y Los Van Van, es necesario advertir que son riesgosamente adictivos, peligrosamente deliciosos... Como canta Mayito: ¡Permiso, que llegó Van Van!
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www.youtube.com/watch?v=vAQ2sxctXJs
www.youtube.com/watch?v=Ps0t8BraP2k
www.youtube.com/watch?v=XTxbpoFUi0I&feature=endscreen&NR=1
www.youtube.com/watch?v=32IyogKltRs
www.youtube.com/watch?v=HAV4xZFnyAE
www.youtube.com/watch?v=Ga4cLmo4QBA&feature=related
Versión por la Fania del disco “Aquí el que baila gana” de Juan Formell y Los Van Van:
www.youtube.com/watch?v=UZjbBfpyPPc

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